¿ES TAN MALA EL AZÚCAR PARA LOS NIÑOS?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda disminuir el consumo de azúcares libres en la alimentación tanto de adultos como de niños, debido principalmente al aumento de las cifras de sobrepeso y obesidad en población general, y lo más preocupante en población infantil. En España el sobrepeso infantil presenta una prevalencia mayor al 20% y como principales causas se encuentra el sedentarismo y la modificación en el patrón de ingesta.

¿Qué se considera azúcar libre?

La OMS considera azúcares libres a los añadidos a los alimentos en el proceso industrial, por ejemplo: el azúcar que encontramos en el tomate frito o incluso en el jamón york. También considera azúcar libre a aquel que se encuentra en la miel, jarabes y zumos de frutas, pero no dice nada en relación al azúcar libre presente de manera natural en los alimentos como en la fruta o en algunos vegetales, por lo que estos no se consideran azúcares libres.

Si se analiza las recomendaciones de la OMS, el azúcar no es tan malo, solo hay que saber elegir las fuentes, y eso es algo que forma parte de la educación nutricional que impartimos a los niños. Lo que está siendo un problema para la salud infantil es el elevado consumo de azúcar libres, presente de manera excesiva en la mayoría de los productos destinados a este colectivo, como pueden ser los cereales de desayuno, el cacao en polvo, productos lácteos, etc. de los que sí se recomienda disminuir su consumo.

 Es lógico que los niños prefieran consumir unas natillas a un yogur entero natural, o un zumo de fruta a una pieza de fruta, no nos olvidemos que al presentar una cantidad de azúcar mayor su sabor va a ser más dulce y por lo tanto va a resultar mucho más atractivo a su paladar, pero no hay que olvidar que sí de niños les acostumbramos a estos sabores de mayores los seguirán consumiendo, por lo que es conveniente disminuir, que eso no quiere decir prohibir, las fuentes de azúcares libres.

Es conveniente asegurarnos de que consumen un adecuado consumo de frutas, verduras, cereales, carnes, pescados y huevos, para que otros alimentos no desplacen su consumo. Por ejemplo que los postres sean yogures o fruta, y de manera ocasional otro derivados lácteos, o que el desayuno habitual sea pan no bollería.

Utilizar alimentos naturales antes que procesados, antes de comprar unos nuggets de pollo realizar un filete empanado, o en vez de llamar a un restaurante para pedir una pizza realizarla nosotros, aunque a veces el tiempo es un impedimento, no nos olvidemos que hay que darle su lugar a las comidas.

 Antes de prohibir, ofrecer alternativas más saludables, la prohibición y la restricción de alimentos conlleva muchas veces el efecto contrario al deseado, cuanto más me prohíben más me apetece.

Y lo más importante, el ejemplo que damos a los más pequeños, si nos ven comer poca fruta, desayunar todos los días bollería, y la verdura solo tomarla en puré, ellos aprenderán lo mismo, nunca es tarde para cambiar de hábitos.

Si me preguntan: ¿Me puedo comer un bollo?

Mi respuesta sería: Sin problema, siempre y cuando esto no se produzca todos los días porque se crearía un hábito, y siempre que el consumo del resto de grupos de alimentos sea el adecuado.

Y por su supuesto yo mientras me comería una pieza de fruta.

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