Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son un conjunto de enfermedades mentales que surgen en la persona de manera sutil. En consecuencia, es prioritario conocer cuáles son sus principales señales de alarma y saber detectarlas, para poder pedir ayuda a un profesional especializado lo antes posible. La detección precoz de estos trastornos favorece el adecuado pronóstico.
El entorno familiar suele ser el lugar idóneo para la detección temprana de las señalas de alarma de los TCA, incluyendo éstas factores predisponentes y precipitantes. Por un lado, los factores predisponentes son todas aquellas variables que aumentan la vulnerabilidad de la persona a padecer uno de estos trastornos. Por otro lado, los factores precipitantes son todas las características de la vida de la persona que pueden desencadenar el inicio de un TCA.

Señales de alarma en los trastornos de la conducta alimentaria
Cabe señalar que, aunque existen numerosas señales de alarma, no es necesario que se cumplan todas para considerar la posibilidad de que una persona esté desarrollando uno de estos trastornos. A continuación, se presentan estos factores, teniendo en cuenta cualquier tipo de manifestación, en relación con la variedad de subtipos existentes son:
- Pérdida significativa del peso u oscilaciones.
- Cambios en la forma de comer, así como en los hábitos de alimentación.
- Tendencia a la restricción de ciertos alimentos, o a ingerir aquellos que no contengan un alto contenido calórico.
- Cambios en la preparación de los alimentos.
- Cambios en los horarios de las comidas, con el objetivo de comer a solas.
- Ingesta compulsiva.
- Visitas frecuentes al baño después de las comidas, con el objetivo de llevar a cabo conductas compensatorias.
- En ocasiones, desaparición de comida, con el objetivo de comer en la habitación.
- Tendencia a las mentiras o engaños con respecto a las comidas.
- A veces, estado de irritabilidad cuando se habla de comida.
- Interés por el aspecto físico, como consecuencia de la insatisfacción con la propia silueta.
- Tendencia a ocultar con la ropa diferentes partes del cuerpo.
- Preocupación excesiva por la opinión de los demás, junto con una alta sensibilidad a las críticas.
- Ejercicio físico excesivo, en ocasiones, a escondidas.
- Posible aumento en las horas de estudio.
- Pasar más tiempo que antes encerrado/a en la habitación.
- Cambios en el carácter.
- Disminución en el interés por las actividades sociales que antes realizaba.
- Evitación de comidas familiares, reuniones o lugares públicos.
- Aparición de vello en lugares donde antes no se tenía (lanugo o hirsutismo).
- Inflamación de las glándulas del cuello (hipertrofia parotídea)
- Caries o posible pérdida de piezas dentales.
- Heridas en los nudillos de las manos, a consecuencia de los vómitos autoinducidos.
Detección precoz y sensibilización
Además de la importancia de la detección precoz, es necesario destacar que las personas que padecen un TCA no solo tienen una relación difícil, sino que su problemática va mucho más allá. Los expertos del ámbito lo explicamos como un iceberg. En la superficie están las conductas propias de los TCA: vómitos autoinducidos, atracones, ayuno, ingesta indebida de laxantes o diuréticos, ejercicio físico excesivo, entre otros. En la parte invisible del iceberg se encuentran las diversas dificultades de la persona, las cuales se trabajan en terapia. En términos generales y en la mayoría de los casos, los TCA se abordan como un problema en la regulación emocional de aquellos que los sufren.
La sensibilización de la sociedad con esta patología es vital para lograr una adecuada atención tanto a las personas que sufren estos trastornos, como a sus seres queridos.
Paula Cerrón, psicóloga en Psikids.
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