Muchas veces, como padres, os habréis preguntado si vuestros hijos se sienten motivados. Pero… ¿cómo podemos motivar a los niños y adolescentes para que quieran aprender?, ¿es posible conseguir que nuestros hijos adquieran nuevos conocimientos de manera eficaz? ¡La respuesta es sí!
Motivar a nuestros hijos desde edades tempranas es una tarea fundamental y necesaria para que en edades más adultas se sientan con ganas de superar retos, de disfrutar y, sobre todo, de aprender. Y es que, cuando un niño y un adolescente están motivados, le apetece vivir nuevas experiencias y superarse a sí mismo día tras día.
Es muy común escuchar frases como: “este niño es vago”, “no hay manera con él”, “no quiere hacer nada”… En estos casos, puede que el niño o adolescente se encuentre desmotivado. Sin motivación es imposible el aprendizaje, por eso, a lo largo de este post, os hablaré de la motivación como un factor imprescindible para una adecuada adaptación del niño y un correcto desarrollo emocional.
La importancia de la motivación
La motivación es una de las armas más importantes para alcanzar el éxito personal, tanto en niños como en adultos. ¿No os ha pasado que como adultos, en ocasiones, os sentís desmotivados en el trabajo o en determinadas actividades? Pues con los niños y adolescentes ocurre exactamente igual. Que los niños estén motivados es esencial para que den lo mejor de sí mismos en la escuela y disfruten del proceso de aprendizaje. Como padres, será importante crear un buen ambiente y dirigir esos esfuerzos hacía la motivación de los hijos. Un niño motivado se esforzará más, tendrá una actitud positiva para aprender, y se enfrentará y abordará los problemas de diferentes maneras.
Para Maslow, psicólogo norteamericano, la motivación es el impulso que tiene el ser humano de satisfacer sus necesidades. Maslow clasifica estas necesidades en 5 y las clasifica en una pirámide como la de la imagen.
La idea principal es que sólo se satisfacen las necesidades superiores cuando se han satisfecho las de más abajo, es decir, no puedes pasar a la siguiente hasta que no hayas satisfecho las anteriores.
Las expectativas
Además, debemos ser conscientes de que las creencias y las expectativas de los padres también influyen en la forma de actuar de los hijos.
Cuando los padres tienen expectativas de éxito bajas sobre sus hijos, la interacción suele ser más autoritaria, tomando más decisiones por ellos y regañándoles cuando se equivocan. En el caso de padres con expectativas de éxito altas, actúan de diferente modo dejando más libertad para tomar decisiones, reforzando su trabajo y ofreciendo ayuda frente a sus fracasos.
No sólo estos factores ambientales y de aprendizaje influyen en la motivación de logro, sino que existen unas raíces de tipo cognitivo, con un papel muy importante en los procesos de interpretación que el niño hace. Obviamente, si el niño realiza tareas en las que obtiene un fracaso, sus expectativas de éxito irán disminuyéndose. Además, las experiencias pasadas de fracaso les hacen interpretar que en el futuro también fracasarán.
Es fundamental que las metas sean accesibles en base a las capacidades del niño, y que le proporcionemos experiencias de éxito para mejorar sus expectativas futuras. Puede tratarse de niños que están angustiados, que tienen problemas para relacionarse con otros niños de su edad, que no se ven capaces, que se exigen por encima de su capacidad…lo importante es aproximarse a la causa.
No hay niños vagos, sino situaciones que hacen que esto pase
No lo olvides que no hay niños vagos, sino situaciones que hacen que no quieran estudiar, intentarlo o esforzarse. Trata de educarlos de la siguiente manera:
- Mediante la autonomía y responsabilidad.
- Dales tiempo y valora sus logros por pequeños que sean.
- No intentes forzar su conducta, ofrécele tu ayuda. Recuerda que el ser humano tiende, por naturaleza, a buscar el éxito.
MARINA ROSELL JIMÉNEZ
(PEDAGOGA en Psikids, especializada en Dificultades del Aprendizaje)
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