La llegada de un hijo es sin duda la experiencia más maravillosa que se puede tener, pero inevitablemente llega acompañada de preocupaciones, dudas, y preguntas en relación a su educación, el tipo de padres que vamos a ser, intentar compaginar la vida laboral con la familiar….y lo más importante: poder realizar todo esto y aprender a aceptarles tal y como son.
Todos tenemos unas expectativas en relación a nuestros hijos, incluso previas a su nacimiento e incluso al embarazo, con tendencia a proyectar nuestros deseos o frustraciones…Pero cada niño demuestra desde los primeros años de vida su propio temperamento, sus gustos y preferencias que muchas veces son diferentes a los de sus padres o a los que éstos hubieran elegido.
A menudo encontramos padres obsesionados con que sus hijos cumplan sus expectativas frustradas, intentando moldearles, juzgando sus elecciones o gustos, intentando cambiar su forma de ser, sus aficiones, sin valorar o tener en cuenta el sufrimiento que esto puede conllevar en estos niños.
Es importante no caer en el error o pensar que aceptar a nuestros hijos implique el “no educarles”, por eso me gustaría dejar algunos puntos claros para diferenciarlo:
- Es importante respetar y sentirse aceptado por los padres, no solo querido.
- Intentar disfrutar de su originalidad y aprender a conocerlo, averiguar sus puntos fuertes para así poder ayudarle a construir una buena autoestima.
- Poner límites y horarios. Saber decirles “no”.
- No asumir que nuestras preocupaciones e inquietudes son las mismas que las suyas.
- Recurrir en caso de dudas o de dificultades a profesionales y valorar la posibilidad de los grupos escuela de Padres y Madres; como una buena medida de crecimiento como padres.
Durante todo este proceso tan complicado, no olvidarnos de disfrutar de ellos todos los días, ayudarles a descubrir sus fortalezas y habilidades para que ellos puedan tomar su propio camino, sin olvidarnos de poner límites y exigir responsabilidades, que son mecanismos de protección para ellos, y que ese amor incondicional se convierta en una aceptación incondicional, fundamental para que nuestros hijos sean felices.
“Por supuesto que no hay fórmula para el éxito excepto, tal vez, la aceptación incondicional de la vida y lo que trae”
Arthur Rubinstein