Desde hace ya tiempo se oye hablar de Tiempo de Calidad. ¿Cuántas veces hemos oído “Lo importante no es la cantidad, sino la calidad”? Se trata de una frase que suele ir incluida en un discurso tranquilizador dirigido a los padres que tienen poco tiempo para estar con sus hijos, cuyo mensaje viene a decir que no importa tanto la cantidad de tiempo que los padres pasen con sus hijos, sino la calidad del mismo.
¡Pero no nos engañemos! Cuanto más tiempo mejor.
Sin embargo, la sociedad en la que vivimos y los trabajos que tenemos no nos lo permiten. Ahí es donde la calidad juega un papel muy importante, y es que, en vista de que es imposible incrementar la cantidad de tiempo de la que disponemos, la calidad del tiempo se convierte en la única variable que podemos manejar.
Como decía antes, son muchísimas las familias, y me atrevería a decir la mayoría, que se ven abocadas a dejar el cuidado de los niños en terceras personas de manera casi ineludible. O son cuidados por familiares (normalmente los abuelos) o bien por las escuelas infantiles o guarderías. Y cuando van creciendo se quedan solos en casa o con los abuelos al salir del cole, o les ponemos a hacer infinitas actividades extra escolares.
Pasar tiempo con ellos es fundamental para su desarrollo físico, intelectual pero sobre todo para su desarrollo afectivo y emocional.
Voy a poner un ejemplo… Mientras estamos trabajando, nuestros hijos están en casa haciendo los deberes o viendo Facebook. Cuando llegamos por la noche parece que se nos activa el “modo padres” y uno empieza a preguntar todo lo que se supone que un buen padre debe saber; ¿Hija como te fue en el colegio? ¿Qué harás el fin de semana? ¿Qué tal con tu novio? y cosas de ese estilo. Para un adolescente si sus padres no suelen estar en casa, esto es una forma de ejercer control sobre ellos y más que acercarte, te distancia más de ellos. Y tres cuartos de lo mismo con los más pequeños… a veces no llegamos ni a poder bañarles.
Y ahora os preguntareis…¿Cómo se puede conseguir esto? ¿Cómo puedo sacar el mejor rendimiento al tiempo que tengo con ellos?
La clave está en transformar el tiempo dedicado a ellos en tiempo de disfrute. Podemos incluirlos y hacerles formar parte de nuestras actividades cotidianas como hacer la cena, recoger la ropa de la lavadora o ir a la compra. De esta forma, a la vez que estamos interactuando e inculcando valores, estamos disfrutando de ellos, y ellos de nosotros.
Por otro lado, no debemos olvidarnos de mantener la comunicación a lo largo del día. Cuando no estemos podemos hacerlo a través de llamadas telefónicas (simplemente preguntándoles qué tal están) para volver a preguntarles lo mismo en persona (a la hora de cenar, por ejemplo). Hay que tener en cuenta que estos momentos no deben ser un tercer grado. Mantener una conversación supone que nosotros les contemos cómo nos ha ido el día y que ellos hagan lo mismo.
Recordad, pasar tiempo de calidad con nuestros hijos no solo es beneficioso para ellos, los padres también crecemos emocionalmente. Estos momentos formaran parte de nuestra base emocional y lo que es más importante, de la suya, sobre la que se irá construyendo el resto del engranaje afectivo.