Los niños <<hiperregalados>>, acostumbrados a tener todo lo que piden, se convierten en pequeños tiranos que se frustran si sus caprichos no son atendidos.
Con sus Majestades ya de vuelta a Oriente, los niños disfrutan de sus merecidos regalos por todo un año de buen comportamiento. Aunque Melchor, Gaspar y Baltasar, que para eso son magos, se acuerdan también de los deslices, puntuales, y por eso algunos también han recibido su saco de carbón correspondiente. Ya sea con o sin carbón, el día de Reyes es para comer roscón y jugar hasta quedar exhaustos. El problema es que, desde hace algunos años, algunos niños reciben tantos juguetes que han perdido la ilusión.
Artículo de La Razón en el que participó nuestro director, Javier Quintero