Con frecuencia no somos capaces de comprender las reacciones de nuestro hijo impulsivo, llegándonos incluso a frustrar. ¿Por qué no aprende?, ¿por qué no piensa en las consecuencias?
Basándonos en la teoría del cerebro triuno, vamos a intentar comprender un poco más el por qué de sus reacciones.
Según el neurocientífico MacLean, nuestro cerebro se habría ido conformando evolutivamente, en diferentes “capas”:
- En la parte más profunda, estaría el “cerebro más primitivo”, el encargado de la supervivencia, que maneja los acontecimientos desde una perspectiva instintiva, con reacciones como la huida, o el escape frente al miedo, o la defensa al sentirse amenazado.
- En un escalón superior, evolutivamente hablando, estaría el “cerebro límbico”, encargado de interpretar señales del entorno con contenido emocional y de gestionar nuestras propias emociones.
- Y por último estaría el área más racional, el “cerebro cognitivo-ejecutivo”, donde residen todas aquellas funciones cognitivas que diferencian al hombre del resto de los animales.
Si nos centramos en intentar entender a los niños impulsivos, en el contexto de un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), aplicando la teoría del cerebro triuno, nos resultará más sencillo llegar a comprender determinadas reacciones de estos niños.
En cada uno de nosotros, cuando nos enfrentamos a situación que nos genera una reacción emocional, se produce una activación del sistema cerebral más primitivo, sin embargo en la mayor parte de los casos, de manera inmediata se pone en funcionamiento nuestra parte más racional, que nos hace controlar la reacción instintiva inicial.
¿Qué pasa con los niños con TDAH?
En estos niños con frecuencia, asociados a los problemas atencionales, aparecen afectadas las funciones ejecutivas superiores, entendidas como las actividades mentales complejas necesarias para planificar, organizar, guiar, revisar, regularizar y evaluar el comportamiento necesario para la consecución de metas, por lo tanto la activación de estas estrategias que deben regular las reacciones más impulsivas, basadas en la defensa y la supervivencia, no se produce de una manera tan eficiente e innata en los niños con TDAH comparados con el resto de los niños.
Desde esta perspectiva es fácil comprender a los niños impulsivos cuando explican que no les da “tiempo a pensar”, cuando pegan a un compañero frente a una actitud que viven como un “ataque”.
Es verdad que estas reacciones no sólo se dan en los TDAH sino también en los bebes y los niños muy pequeños, quienes actúan a través de los instintos más primitivos y las necesidades más primarias, con un escaso autocontrol y regulación de sus emociones, que se une a las dificultades de comunicarse de manera eficiente, y que dan lugar a las rabietas de los primeros años.
¿Qué podemos hacer, por tanto, para ayudar a un niño impulsivo?
– Enseñarles a parar: A veces simplemente permitiendo que pase un tiempo entre la acción y la reacción que provoca, favorece la intervención de ese “cerebro más racional”, y los niños son capaces de actuar de manera menos impulsiva.
- Entrenarles para retirarse de la situación que perciben como amenaza, de manera que al separarse no sienten la necesidad de “defenderse”.
- Ser buenos modelos, ¿cuántas veces somos los padres los que sobre reaccionamos por una interpretación amenazante, por ejemplo conduciendo, o incluso en las situaciones cotidianas en el propio manejo de las dificultades conductuales de nuestros hijos?
Aunque esta Teoría del Cerebro Triuno, no está exenta de críticas y controversias, es un enmarque teórico que ayuda a comprender el por qué de algunas reacciones de cualquiera de nosotros, y que se hacen especialmente frecuentes y disfuncionales en los niños impulsivos.
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