La autonomía como capacidad se refiere al conjunto de habilidades que cada persona tiene para hacer sus propias elecciones, tomar sus decisiones y responsabilizarse de las consecuencias de las mismas.
Si enseñamos a los niños a ser autónomos no sólo les estamos preparando para manejarse mejor en el día a día del mundo sino que además estamos fomentando que crezcan como personas responsables, decididas, independientes y seguras de sí mismas. Además de más maduros, capaces de tomar decisiones y conscientes de las consecuencias de sus actos.
Por el contrario, si nos adelantamos a sus necesidades y les hacemos todo creyendo erróneamente que les hacemos un favor potenciaremos que se sientan inseguros, dependientes, incapaces de hacer nada por ellos mismos sin la ayuda y supervisión de un adulto.
Autonomía y Responsabilidad desde la infancia
Al contrario de lo que muchos padres creen, la responsabilidad y autonomía no es algo que deban asumir en la adolescencia o edad adulta sino que debe inculcarse desde la más temprana infancia. Así, los niños entre 2 o 3 años ya pueden colaborar, siempre bajo la supervisión de un adulto, en tareas sencillas como recoger sus juguetes o guardar sus zapatos.
Un niño de 8 años ya debe ser completamente autónomo en el vestido, comida y aseo; ordenado con sus cosas, con iniciativa y cooperador en las relaciones con sus iguales, así como responsable para las tareas escolares…
Y con 12 años ya deberían defender sus derechos, justificar sus puntos de vista, tener sentido de la responsabilidad, afán por aprender, capacidad de trabajo en equipo…
No queremos que nuestros hijos se sientan perdidos y bloqueados
Debemos ser conscientes de que si hacemos las cosas por ellos no les estamos enseñando cómo deben realizarse y llegado el momento nuestros hijos se sentirán perdidos y bloqueados, inseguros pues no han aprendido tareas básicas.
Lo idóneo es ir desvaneciendo la ayuda, cuando son pequeños la ayuda será total: física y verbal; indicando en voz alta lo que se debe hacer mientras lo hacemos nosotros o ayudando al niño a que lo haga, poco a poco la ayuda irá disminuyendo, retirando la ayuda física y manteniendo las instrucciones verbales hasta desaparecer cuando el niño lo haga por sí mismo y sin necesidad de que se lo indiquemos.
Adolescentes autónomos y responsables
Es frecuente que muchos padres se encuentren en la tesitura de tener un hijo preadolescente que “no hace nada” sintiéndose desbordados y agotados ante esta situación pidiendo ayuda para solucionarlo. No obstante no es justo hacerles todo a lo largo de su vida y llegado un punto pretender que asuman de golpe todas las responsabilidades y tareas que no les hemos enseñado a adquirir a lo largo de los años.
Por ellos es vital fomentar la asunción de responsabilidades desde edades tempranas, algo que favorecerá tanto a nuestros hijos como a nosotros al irnos descargando de trabajo; además de la satisfacción de ver cómo crecen asumiendo nuevos retos, como personas responsables, fuertes y seguras.