La economía de fichas como método para cambiar la conducta
Si mencionamos el término “economía de fichas”, muchos padres afirmarían que desconocen su significado. No obstante, si hablamos de utilizar fichas o pegatinas que el niño va ganando cuando realiza una conducta que deseamos, y que más adelante podrá canjear por un premio, ya tendremos una idea más general de qué trata, ¿verdad? La técnica de la “cartulina con puntos” es muy conocida y se ha popularizado en los últimos tiempos gracias a los medios de comunicación.
¿Qué es una economía de fichas?
La economía de fichas es una técnica eficaz de intervención psicológica, de modificación de conducta, ampliamente conocida y utilizada con niños, en formato individual o grupal. La fundamentación teórica se basa en los principios de aprendizaje, más concretamente en el condicionamiento operante. Persigue dos grandes objetivos:
- Instaurar y/o reforzar una conducta objetivo en el niño, que de forma espontánea no realiza o bien la lleva a cabo en una baja frecuencia e intensidad, menor que la esperable.
- Aumentar la motivación y/o interés del niño.
Su aplicación práctica es ampliamente conocida: como hemos mencionado, se trata de que el niño vaya consiguiendo un estímulo simbólico (una ficha, un punto, una pegatina en forma de smiley o cara sonriente…) por la emisión de una serie de conductas deseables, y que canjeará por un reforzador (premio), previamente establecido y pactado, a modo de juego. Requiere tres fases:
- 1. Fase de planificación: previamente a la puesta en funcionamiento de la economía de fichas, los padres deben establecer y delimitar con detalle: (1) Las conductas objetivo, (2) Las condiciones del canje de premios (nº concreto de fichas para conseguir el premio), (3) Diseñar el registro (cartulina, panel).
- 1. 2. Fase de implantación: la aplicación del programa de economía de fichas como tal.
- 1. 3. Fase de desvanecimiento: consiste en la retirada gradual y progresiva del sistema de fichas, cuando se hayan incorporado las conductas objetivo al repertorio conductual del niño, esto es, cuando observemos que el niño realiza las conductas deseables de forma continua.
¿Cómo instaurar una economía de fichas eficaz en 10 pasos? Los errores más comunes
En ocasiones encontramos que nuestros hijos no adquieren las conductas que deseamos instaurar, cuando hemos utilizado esta técnica, y pensamos erróneamente que “no sirve”. ¿A qué se debe? En realidad, no implica que la técnica no funcione, sino que es posible que, sin darnos cuenta, hayamos caído en alguno de los errores de aplicación más frecuentes. A continuación detallamos una serie de pautas o principios clave para una correcta aplicación de la técnica.
En la fase de planificación:
– Planificar con anterioridad la implantación de la economía de fichas: muchos padres omiten esta primera fase, y comienzan directamente aplicando la técnica sin una preparación previa, lo cual conlleva en ocasiones que no se establezca con anterioridad el premio o el valor del canje, por ejemplo. Esto repercute negativamente en la motivación del niño y en la adquisición de las conductas deseables, por lo que debemos ser sistemáticos y dejar todas las normas bien establecidas con anterioridad, una de las características clave para el éxito de esta técnica.
Por ejemplo, es recomendable comenzar realizando una lista de todos los potenciales premios y asignar a cada uno de ellos el valor del canje (número de puntos o fichas para conseguirlo), unificando criterios de ambos padres. Es deseable que el niño participe y proponga los premios deseables, aunque la decisión final sea de los padres.
– Las conductas a instaurar deben ser pocas (4 ó 5 como máximo): no podemos abarcar todas las conductas que queramos fomentar de forma simultánea (por ejemplo, 8 conductas a la vez), ya que produce una sensación de caos tanto en el niño como en los padres, perdiendo sistematicidad. Comenzaremos priorizando aquellas conductas que inicialmente deseemos instaurar y, una vez se vayan adquiriendo, las sustituiremos por otras.
– Las conductas objetivo deben ser operativizadas: definiciones generales o poco claras como “Portarse bien” son ambiguas y pueden dar lugar a errores o malentendidos (pensemos por un momento: ¿qué significa exactamente “portarse bien”? Puede dar lugar a multitud de explicaciones posibles…). En su lugar, describiremos con detalle qué es aquello que queremos conseguir, por ejemplo: “No pegar a mi hermano cuando estamos jugando juntos”.
– Utilizar estímulos y reforzadores adecuados, así como el valor del canje: las fichas y reforzadores deben ajustarse a la edad del niño (más visuales y fácilmente alcanzables en niños pequeños, más objetivos y con mayor valor de canje en niños mayores). Asimismo, es importante comenzar con premios fácilmente alcanzables durante las primeras semanas de aplicación de la técnica, ya que si el reforzador requiere mucho esfuerzo, el niño se desmotivará. Respecto al valor del canje, por su parte, siempre estará supeditado al valor del refuerzo (por ejemplo, un número alto de fichas si el premio es muy gratificante o deseado por el niño).
– Utilizar refuerzos exclusivos: otro de los errores más comunes supone utilizar premios que el niño puede conseguir por otros medios, ya que de esta forma no tendrá sentido para él obtener fichas para canjearlos (por ejemplo, si sabe que sus abuelos se lo regalarán, ¿para qué esforzarse en conseguir fichas si puede obtenerlo directamente sin esfuerzo?). Resulta esencial buscar premios gratificantes que el niño sólo pueda obtener a través de fichas.
En la fase de implantación:
– Reforzar contingentemente: en la fase de implantación de la técnica, resulta esencial reforzar inmediatamente después de emitirse todas y cada una de las conductas objetivo que queremos instaurar, otorgando la ficha en ese preciso momento en el registro (panel o cartulina). Una vez más, debemos ser sistemáticos y no pasar por alto una conducta sin ser reforzada; el papel de los padres es fundamental.
– Revisar el registro diariamente: resulta importante buscar un momento del día (generalmente, por la noche) para revisar y reforzar los logros conseguidos cada día, que se han ido registrando en la cartulina o panel. De esta forma, incidimos también en la motivación del niño.
– No penalizar: uno de los errores más frecuentes consiste en la retirada de fichas o puntos a modo de castigo cuando el niño no realiza la conducta deseable, o bien emite una conducta negativa. Esto debe ser evitado, ya que redunda en una pérdida de interés y motivación en el niño.
En la fase de desvanecimiento:
– Reforzar de forma intermitente: cuando la conducta esté instaurada en el repertorio conductual del niño y comencemos la fase de desvanecimiento, pasaremos de reforzar inmediatamente a un refuerzo intermitente, es decir, en ocasiones reforzaremos en el momento y en otras no se reforzará, o reforzaremos más tarde (por ejemplo, al final del día).
– No eliminar de forma radical el uso de la economía de fichas: otro error frecuente consiste en eliminar de forma radical el uso de esta técnica cuando vemos que el niño ya emite las conductas deseables, porque “ya no hace falta continuar”. El procedimiento general a seguir es el siguiente: comenzar con refuerzos materiales (por ejemplo, regalos: un peluche, cromos, etc), más adelante utilizar el refuerzo social (actividades), para ir desvaneciendo progresivamente la técnica complementándola siempre, desde el primer momento, con el refuerzo verbal (palabras y gestos de afecto, como por ejemplo: “¡Muy bien!”, “Estamos orgullosos de ti, qué mayor eres”). De esta forma, en esta última fase, el niño ya ha aprendido que realizar la conducta es reforzante en sí misma, por lo que ya no hará falta conseguir premios y bastará con el refuerzo verbal social intermitente.
En definitiva, siendo sistemáticos en la aplicación de la técnica y venciendo estas dificultades, garantizaremos en mayor medida el éxito en la adquisición de conductas deseables en nuestros hijos.
Carolina Álvarez Ortiz
Psicóloga sanitaria (nº colegiada: M-26397).
Twitter: @carolina_psicol