Tratar de ayudar, eso es lo que hacemos. ¿Cómo?, pues no siempre es fácil.
Curar “a veces” Aliviar ”a menudo” pero Consolar “siempre” (anónimo S. XV) acompaña a la práctica médica desde la Edad Media.
Son muchos los actores que intervienen en esta “película”; por su puesto los niños, los actores protagonistas, pero juegan un papel principal las familias, los padres y las madres. Por eso a ellos se les debe dedicar muchas energías para que comprendan lo que le pasa a sus hijos, lo que se va a hacer y por qué se va a hacer. Los maestros o profesores desde su perspectiva, pueden ayudar mucho en la detección de los problemas y en poner en marcha acciones eficaces que nos ayuden en los tratamientos.
Como verá, esto ya no es la relación lineal “médico – paciente” que enseñan en las facultades; es, como poco, triangular.
Los recursos terapéuticos de los que hoy se disponen en psiquiatría del niño y del adolescente son variados, pero los podemos agrupar en dos: las intervenciones psicoterapéuticas y las psicofarmacológicas. Y son precisamente estas últimas en las que más se ha avanzado en la última década, con tratamientos seguros, eficaces y bien tolerados.
No obstante, se debe planificar con cuidado el tratamiento, teniendo en cuenta las necesidades del niño, las expectativas de éste y la opinión de las familias. Y en este sentido la psicoterapia juega un papel importante, aunque no siempre suficiente. Las investigaciones nos ilustran el camino de las intervenciones “multimodales”, esto sería utilizar cuantos recursos sean necesarios y de manera simultánea para optimizar las posibilidades de éxito terapéutico.
Como les suelo decir a mis pacientes y sus familias “la medicación si bien, casi siempre es necesaria, casi nunca es suficiente”.
Dr. Javier Quintero.