Durante estos últimos meses hemos estado muy acostumbrados a escuchar en las noticias cifras de contagios y fallecimientos por el COVID. No obstante, estos datos se referían y nos mostraban un panorama de personas con patologías o de avanzada edad o usuarios de residencias. Parecía que era algo ajeno a los adolescentes.
A la par que esto sucedía, muchos adolescentes se veían obligados a no poder acudir a sus clases ni quedadas y tenerlas que transformar en clases virtuales mediante plataformas educativas y videocalls. Pero todos con un denominador común: no podían ver sus amigos, ni practicar deporte en grupo ni salir como lo hacían antes.
Con la “nueva normalidad” y la salida del confinamiento, los adolescentes y adultos jóvenes han creído que podían volver a disfrutar de sus “quedadas” como hacían antes. Y estamos ante un problema con el que no contábamos: rebrotes entre nuestros chicos y chicas.
¿Qué pueden hacer los padres? ¿Tienen los profesionales de la salud algún medio para concienciar a los adolescentes? En este post te intentamos ayudar a valorar cuál o cuáles serían las posibles medidas a adoptar. Sigue leyendo…
LOS REBROTES Y LAS QUEDADAS Y EL VERANO
Los padres de chicos y chicas adolescentes tienen una gran responsabilidad en este momento, debido a que hay un número creciente de rebrotes entre chicos y chicas jóvenes que, con la salida del confinamiento, quieren recuperar la libertad perdida en los últimos meses.
Los adolescentes en este tiempo vital van a experimentar cambios físicos, psicológicos y biológicos. Su estado emocional aumenta de intensidad, pero además es una etapa en la que su participación en conductas peligrosas es más elevada, aunque supongan poner en riesgo su vida, como el abuso de drogas, alcohol, sexo o nuevas tecnologías. De ahí que el no protegerse de el COVID sea para ellos una conducta de riesgo más.
El 23 de julio de 2020 la Comunidad de Madrid hizo un llamamiento a los jóvenes para que extremaran las medidas de seguridad y protección frente al COVID, para que usen mascarillas, eviten aglomeraciones y guarden la distancia interpersonal para evitar nuevas infecciones.
Si nos fijamos, todos los jóvenes se quitan las mascarillas para hacerse fotos o vídeos en grupo con la consiguiente no protección frente al virus. Pero, ¿se quieren proteger? Hay muchos adolescentes que necesitan para canalizar sus temores exponerse aún más al riesgo, porque no quieren cambiar su ritmo vital o tienen tanto miedo que prefieren exponerse más creyendo que así se autoinmunizarán.
Algunos adolescentes, influidos por la presión del entorno social, no se sienten capaces de ser más asertivos y realizar los comportamientos que querían llevar a cabo. Y se dejan llevar por lo que les dice su grupo de amigos, que es mucho más importante.
Los padres tienen una labor imprescindible en que sus hijos tomen conciencia de lo que está pasando. El aprendizaje de los errores es fundamental en esta etapa. Los chicos tienden con mucha facilidad a desarrollar pensamientos en los que no suelen incluir la conciencia del colectivo. Sólo se fijan en su grupo de iguales más cercano. Cuántas mascarillas han visto en el codo y en el antebrazo de chicos jóvenes y la llevan todos de la misma forma. Hay innumerables.
Por otro lado, la fuerza de las redes sociales y el seguimiento de determinadas cuentas -en las que reciben un mensaje de que no va a sucederles nada– les hace acrecentar aún más su sensación de superjóvenes que pueden con todo y que a ellos no les tocará.
QUÉ HACEMOS LOS PADRES
– Intentar fomentar el comportamiento empático y social: que los adolescentes empaticen con personas de otros colectivos más vulnerables ayudándoles.
– Mandarles un mensaje de promoción de la salud y de pertenencia a más colectivos. Los chicos han de conocer que no sólo son adolescentes y tienen su grupo social, sino que también pertenecen al grupo familia, clase, y todos estamos frente al mismo problema. Explicarles por qué es tan importante la prevención de las enfermedades y poner remedio.
– Hacer de modelo: Aunque es probable que en esta etapa los adolescentes no tengan en nosotros un modelo a seguir, es importante que continuemos siendo su referente debido a que, en este momento. su cerebro está aún formándose (“El cerebro adolescente: una mente en construcción”. Dr. Javier Quintero) y la información que reciben, aunque pueda parecer que no se recuerda, más adelante estará si la hemos dado.
– Asegurarse de que tienen a su alcance los medios para protegerse: comprando mascarillas personalizadas, poniendo el nombre de ellos en las que sean de más de un uso, comprando geles desinfectantes… etc.
– Hacerles partícipes de la información acerca de las consecuencias que puede tener. Es importante la visualización del problema y su gravedad más allá de los efectos primarios como pueden ser la tos, la fiebre o la dificultad respiratoria.
– Dar la información justa: no queremos o no pretendemos que los adolescentes tengan miedo o que no salgan o desarrollen patologías por miedo o estrés. Sino que piensen en ajustar sus expectativas a una realidad diferente.
PARA REFLEXIONAR
Hay algunas campañas que están lanzando algunas marcas que impactan en ellos en mayor medida que otras, y hay en redes circulando algunos mensajes que hablan de ello:
“Pablo es un chico fuerte y sano. Está feliz porque ya puede salir a ver a sus amigos. Va a recoger a su chica, Marta, y se reúnen con sus amigos Luis y Alejandra. Ninguno lleva mascarilla porque han dicho en la tv que ya apenas muere gente y que la mayoría son ancianos de residencias. Se van todos juntos a una fiesta donde comparten bebida, comida, ríen, se hacen vídeos en Tik Tok y suben fotos a Instagram.
Han pasado dos días y Pablo se encuentra mal. Le duele el cuerpo y parece que tiene fiebre. Comienza a toser y a sentir que le falta el aire. Pablo era asintomático y como su sistema inmunológico está bien, se recupera enseguida.
El padre de su novia Marta tiene un problema cardíaco, Marta sin saberlo, al estar con Pablo ha llevado el virus a su casa, y ha infectado a su padre que ahora se encuentra en la UVI.
La hermana de Luis, fumadora habitual, tiene un problema pulmonar que la esta costando superar. Luis ha ido a su casa a ver a sus sobrinas y sin saberlo ha dejado el virus. A los pocos días, su hermana tiene que ser hospitalizada, y muere a la semana por complicaciones respiratorias.”
Los adolescentes tienen que saber que “volver a lo de antes” o “la nueva normalidad” no supone y no significa que el virus esté sólo en las grandes ciudades y recluido en las residencias de mayores. Y que precisamente por eso incluyen una serie de medidas para su protección, y la de todos.