En ocasiones observamos cómo las malas notas suponen la baja de los alumnos de actividades deportivas. Éste deporte se consideran como un premio y, si los niños no cumplen en el ámbito académico, se le retiran.
Pero entonces no sólo se les está castigando. Se les está enseñando (erróneamente) que se puede romper un compromiso. Compromiso con sus aficiones, con sus compañeros, con su equipo, con su entrenador… Generalmente, aparte de no tener la consecuencia deseada, el niño queda sumido en la frustración, inmerso en un ciclo negativo que merma su pasión y su entusiasmo vital.
Es importante observar en qué destacan nuestros hijos, encontrar su talento. (¡Pero cuidado! El suyo propio, no el que a nosotros nos gustaría…) Y a partir de ahí, apoyarles, potenciarles, reconocerles su mérito y sus capacidades. Esto no debe ser considerado como un premio y, por tanto, no debería serle retirado si no cumple en otras áreas que no le son propicias acorde a sus características.
Muchos niños sólo destacan en el deporte, y es ahí donde se sienten reconocidos, lo que afecta muy positivamente a su desarrollo general, a su personalidad, percepción de sí mismos, autoconcepto y autoestima.
Una canalización de esta motivación revierte en una mejora del resto de los aspectos. ¿Cómo podemos llevar a cabo esa canalización?
- Aprovechando la actitud positiva que les genera la realización de esa actividad deportiva para afrontar retos y acuerdos alcanzables, preferiblemente a corto plazo.
- Transfiriendo los valores positivos como el compromiso, el respeto y la capacidad de esfuerzo que el niño desarrolla en el deporte a otras situaciones de su vida, como la parte académica o su colaboración familiar.
- Potenciando sus capacidades, la percepción de ellos mismos y su autoestima, haciéndoles ver que son capaces de muchas cosas si se lo proponen.
- Mostrándoles que, del mismo modo que son capaces de ver su progresión en el deporte, si se esfuerzan, mejorarán y aprenderán en otros ámbitos, aumentando su tolerancia a la frustración.
- Utilizando la autonomía y la responsabilidad que toman en la actividad que les motiva y que les hace sentir libres y realizados para encarar otras actividades a las que son más reacios.
También es frecuente ver que alumnos muy jóvenes dejan de practicar deporte porque no tienen tiempo para estudiar. La organización del tiempo es un factor fundamental y, en condiciones normales, es compatible compaginar el colegio o el instituto con la actividad deportiva.
Hay que recordar que el deporte en los más jóvenes tienen muchos beneficios
- Formación integral de la persona: Más allá de lo académico, la actividad física tiene como principal objetivo el desarrollo de la competencia motriz, entendida como el conjunto de conocimientos, destrezas y sentimientos ligados a la acción motora, desarrollando al mismo tiempo valores que se desprenden de la práctica del ejercicio físico como el esfuerzo, la aceptación de normas, el respeto y la tolerancia.
- Desarrollo físico y salud: Desde el punto de vista anatómico, la tonificación muscular, la carga, la tracción, el conjunto de capacidades físicas básicas (resistencia, fuerza, velocidad, flexibilidad, coordinación) y el óptimo desarrollo de los sistemas cardiovascular y respiratorio son los pilares de una buena higiene postural y funcionamiento orgánico saludable. A nivel intelectual, la actividad física otorga la capacidad de discriminar qué acciones resultan negativas para el cuerpo, como el consumo de alcohol, tabaco, o una mala alimentación.
- Desarrollo de habilidades sociales: La actividad físico-deportiva incide en el desarrollo de la inteligencia para saber qué hacer, cuándo y con quién, fomentando la capacidad de relación social y la gestión emocional.
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