Estamos el periodo vacacional, días de verano en donde cambia, para todos, el ritmo de vida, de ocupaciones…El cambio para el niño/a supone un evidente desconcierto psíquico que los padres deben saber orientar convenientemente. Para ayudar en esta tarea aportamos estas sugerencias que están avaladas como positivas por la experiencia de muchos educadores.
1. Debemos mantener en el niño/a un nivel de regularidad activo adecuado al tiempo de descanso
Para ello, estableceremos un horario con cierta flexibilidad, para levantarse, jugar, comer, acostarse…Pretendemos, así, que, por un lado, el cambio no suponga una relajación o laxitud que lleve a la inoperancia y al aburrimiento, y, por otro, que cuando finalicen las vacaciones no sea tan brusca la vuelta a los horarios rígidos del invierno.
2. Mantener tareas escolares
Es muy bueno dedicar un tiempo cada día a repasar lo enseñado en el curso escolar o a fomentar el interés y curiosidad en la adquisición de nuevos conceptos. De esta forma el niño/a, por un lado, no pierden la capacidad de aprendizaje y estudio, y, por otro, refrescan lo aprendido en el colegio.
Ahora bien, los padres deben procurar evitar que el niño/a vea esto como una prolongación de la rigidez de la etapa escolar y lo vea, por el contrario, como un aliciente vacacional que le sirva para fortalecer su capacidad cognitiva.
3. Fomentar la lectura
El verano es un tiempo muy apropiado para iniciar en el niño/a el hábito y la afición de la lectura. Los padres deben evaluar los libros que para niños y jóvenes figuran en los archivos de las librerías, buscando aquellos que más puedan interesar a los hijos/as según el carácter y las aficiones de cada uno.
Al principio, mejor libros ligeros y fáciles de entender, que no aburran, sino que creen en el niño el deseo de leer, por ejemplo, libros de aventuras, de misterios…
4. Es conveniente practicar algún deporte
Dependerá del lugar donde nos encontremos el escoger el deporte que los hijos/as prefieran: montañismo, náutica, fútbol, tenis…Nos servirá para fortalecer la salud física y psíquica y al mismo tiempo, les “cargará las pilas” para el próximo curso escolar.
5. Es aconsejable hacer nuevas amistades
Si estamos fuera de nuestra ciudad o, sin movernos de nuestro lugar de residencia, debemos facilitar a los hijo/as el trato con otros niño/as, hacer otras amistades. Esto reforzaran las habilidades sociales, desarrollarán la empatía y la convivencia con otros y trasmitirán cauces de solidaridad para el futuro.
6. Conviene programar días de excursiones a los alrededores del lugar en que estemos
Disfrutar de la naturaleza explicando a los hijo/as el hábitat de los animales, de la vegetación, de los ríos y montes…; aprender las costumbres de los habitantes de ciudades o pueblos distintos a donde habitualmente vivimos; estudiar la historia y visitar los monumentos de estos nuevos sitios, o simplemente, conocer todo esto en nuestra propia ciudad que, a veces, desconocemos incluso más que otros lugares que hemos visitado de turismo.
7. Debemos fomentar las reuniones familiares
En ellas pueden participar todos los miembros de la familia (abuelos, tíos, primos…), narrando acontecimientos recientes o pasados, anécdotas cotidianas o bromas, que favorezcan un ambiente familiar armónico y ameno.
Como conclusión, podemos afirmar que las vacaciones no deben ser momentos de no hacer nada, de sopor físico y mental, sino tiempo de aprender, de disfrutar, de conocer y de iniciar o consolidar hábitos con los que luego, a lo largo del invierno el niño/a siga disfrutando.
Es preciso, pues, que los padres hagan esfuerzos imaginativos para crear en la etapa vacacional un clima de tranquilidad, de aprendizaje y de aprovechamiento del tiempo.