Cómo acompañar a los niños en un proceso de duelo

Cómo ayudar a los niños con un proceso de duelo

El proceso de duelo y pérdida es una experiencia universal que afecta a personas de todas las edades, incluidos los niños: la muerte es un hecho inevitable de la vida. Aunque incluso a los adultos nos cueste enfrentarnos a este suceso, hemos de poner en marcha nuestros recursos para poder comunicar lo acaecido, brindar apoyo y orientación a los niños durante estos momentos difíciles.

Los niños también deben afrontar el proceso de duelo

Es muy importante tener en cuenta, que pese a que el potencial cognitivo y, por tanto, el entendimiento del pequeño, sean unas facetas que están aún en desarrollo, experimentan emociones abrumadoras de igual modo cuando pierden a alguien o algo que les importa. Por ello, es de vital importancia, no ocultar, negar, endulzar o disfrazar la pérdida, si no adaptar nuestras palabras y nuestra forma de acompañarles en función de sus necesidades según su edad.

Así, siempre desde la mejor intención, muchas veces tratamos de proteger a los niños de experimentar el dolor. Si les “ahorramos” este sufrimiento, les estamos invalidando una experiencia importante en su vida y les privamos de desarrollar estrategias de afrontamiento que tan importantes serán cuando lleguen a la edad adulta.

Recordemos que no hay una fórmula mágica para atravesar un duelo: es un proceso que es diferente según las características individuales de la persona doliente, de la relación con el fallecido, de las dinámicas familiares, religión o espiritualidad, incluso de la cultura en las que estemos sumergidos. De tal modo, cada uno tendrá unas necesidades particulares para avanzar en su proceso, y experimentará el dolor de forma particular. Como dijo Julián Barnes en su libro Niveles de vida «Lo cierto es que… la naturaleza es tan precisa, duele exactamente como el valor de la pérdida.»

Se trata de un proceso que no sigue un calendario y puede tener una duración muy variable. Tanto los niños como los adultos pueden experimentar oleadas de tristeza y otras emociones desagradables y luego momentos de aparente normalidad. Seamos pacientes y comprensivos, con nosotros mismos y con nuestros pequeños mientras atravesamos este proceso.

¿Cómo ayudamos a nuestros hij@s ante esta situación?

Para que la información que les proporcionemos a nuestros hijos sea lo más clara posible, hay que abordar ciertos temas ajustando nuestro discurso a su edad. Hay que hacerles entender que la muerte es irreversible, para que no sientan ira, frustración o abandono por parte de la persona que se ha ido. También hay que normalizar la muerte como parte inseparable de la vida: nuestro cuerpo deja de funcionar, y nuestras funciones vitales se paran tras el fallecimiento, tratando de evitar usar metáforas que les puedan confundir (ha ido a un lugar mejor…). Por otro lado, que la muerte tiene una causa física, no depende de la bondad o la maldad de una persona y este hecho es independiente de las creencias de cada uno.

A la hora de abordar este hecho con los niños, desde la familia, existen ciertas indicaciones que pueden ayudar a que el menor se sienta acompañado de la mejor manera posible en estos momentos difíciles:

  • La comunicación es fundamental para ayudar a los niños a procesar sus emociones. Anima a tu hijo a hablar sobre lo que siente y asegúrate de escuchar atentamente. Utiliza un lenguaje adecuado para su edad y responde a sus preguntas con honestidad, pero evitando detalles demasiado gráficos o que puedan causar más confusión o perturbación en el menor.
  • Valida sus emociones: El hogar tiene que ser un lugar seguro para la expresión de todo el abanico de sentimientos. Así, evitaremos que se sientan culpables por lo que están experimentando. Expresando tus propias emociones de forma ajustada respecto a la pérdida, les facilitas el saber que está bien sentir tristeza, enfado o confusión.
  • Recordar, que, para nuestros hijos, somos el modelo a seguir. Los niños aprenden a manejar el duelo observando cómo lo hacen los adultos. Muestra apertura, empatía, paciencia y autocuidado para que tu hijo pueda aprender a lidiar con el dolor de una manera saludable.
  • En la medida de lo posible, mantén las rutinas diarias para brindar estabilidad y seguridad a tu hijo. La estructura puede ser reconfortante durante momentos de cambio y pérdida.
  • Una vez que hayan finalizado los ritos de despedida, es importante que no se cree un tabú sobre la persona perdida. Ayuda a tu hijo a continuar reviviendo los recuerdos felices, pudiendo hacer un homenaje con un álbum de fotos, escuchando música, plantando un árbol, visitando lugares en los que hayáis compartido historias especiales… Esto es una forma de recolocar a la persona querida en nuestra vida presente de una forma ajustada, sin hacerla desaparecer.

Por último, pese a que el sufrimiento asociado a la pérdida no es algo patológico sino natural, si notas que el duelo de tu hijo se vuelve abrumador o prolongado, considera la posibilidad de buscar el apoyo de un profesional de la salud mental especializado en niños para evitar que se desencadenen otros problemas emocionales.

Alicia Fornos, psicóloga en Psikids.

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