Durante estos meses hemos estado escuchando desolados, noticias de suicidios entre nuestros adolescentes. Cuando ocurren, la pregunta que nos surge es por qué ha sucedido y qué pensaba o sentía ese joven para que no hallase una solución diferente o por qué no pidió ayuda.
La sociedad en la que vivimos vive alarmada y en ocasiones confunde suicidio con autolesión. El suicidio es una solución definitiva a un problema para el que no encontramos solución mientras que la autolesión es una solución temporal a un problema temporal.
Las autolesiones pueden ser un aviso o un precursor de que algo sucede con nuestros jóvenes. Por definición una autolesión es un acto intencionado de hacerse daño o infringirse dolor sin intención de morir, o sin intención autolítica. Suele ser un acto con el que nuestros jóvenes se hacen daño como medio de tolerar un estado emocional que no puede ser contenido o expresado de otro modo.
La autolesión tiende a ser efectiva a corto plazo y a solucionar el problema de forma momentánea, siendo la motivación diferente en cada caso: en algunas ocasiones se frena el dolor, en otras se siente como mi castigo y en otras es mi forma de sentir.
AUTOLESIONES COMO SEÑAL DE IDENTIDAD, SENSACIÓN DE CONTROL DEL ENTORNO Y DE UNO MISMO
Desde tiempos remotos los seres humanos hemos utilizado la piel para comunicar estatus, preferencias o identidad y para ello en la actualidad vemos estas señas de identidad como algo habitual en nuestra sociedad: tatuajes, piercings, para mejorar nuestra imagen, como modo de pertenencia a un determinado grupo social o como imitación a nuestro deportista favorito.
En el caso de la autolesión se sabe, y de ahí que los jóvenes la oculten frecuentemente, que no va a ser entendida, ni aceptada. Pero hay ocasiones en que no sólo no se va a ocultar si no que se va a dejar ver para que nuestro entorno sepa que necesitamos ayuda.
Hemos de hablar aquí también de la autolesión aprendida o por imitación cuando es un amigo quien se lo hace o lo hemos visto en una película ya que puede estar consolidando un modo de pertenencia o de reafirmación de nuestra personalidad.
Unido con el punto anterior sabemos que, aunque la autolesión, parece que es una pérdida de control sobre nuestro comportamiento, realmente implica una forma de controlar algo cuando el entorno en el que me desenvuelvo es muy rígido y ésta es la única forma que tienen de realizar algo que depende únicamente de ellos y de nadie más.
El adolescente que se autolesiona duda de sí mismo, sobrevalora las palabras y acciones de las personas que le rodean, y personaliza comentarios o acciones que suelen interpretan de forma desajustada para las que no tienen capacidad de afrontamiento ya que no poseen habilidades expresivas, confianza en ellos mismos o seguridad.
ABORDAJE DEL PROBLEMA DE LAS AUTOLESIONES
Consultar a un especialista
Puesto que, como hemos comentado, la necesidad del adolescente que se lesiona puede ser variada como para tratarla dentro del entorno familia y/ o escolar, uno de los primeros aspectos sería acudir a un profesional que nos ayude a identificar por qué ocurre.
El profesional en la consulta abordará aspectos tales como:
- Motivación: qué es lo que motiva que el adolescente recurra a la autolesión y cuál es su principal deseo de cambio.
- Identificación de respuestas emocionales y gestión de los procesos que me han llevado a hacerme daño: miedo, culpa, tristeza, ira, rabia, envidia.
- Herramientas de gestión emocional que me ayuden a regular y afrontar dichas emociones como hacer ejercicio, cuidar mi alimentación, enfrentarme al problema, relajarme, incrementar las actividades en las que experimento gratificación.
- Acumular experiencias satisfactorias como planes alternativos de actuación a la autolesión ir a la playa, escuchar música, cuidar plantas, bailar, ir al cine, pasear, quedar con amigos, cuidar una mascota
PARA REFLEXIONAR: LA FAMILIA
La familia tiene un papel fundamental en estos procesos al igual que en casi todos los procesos que tienen que ver con nuestros hijos. En ocasiones, el trabajo, la dedicación, el tiempo supone que no ejerzamos adecuadamente nuestros roles como padres y creemos confusión a su vez en los roles de nuestros hijos, en sus responsabilidades y derechos.
Es importante que la familia asuma la validación de las emociones de sus hijos puesto que un punto importante de partida de la autolesión es el no dar salida a la expresión emocional de nuestros hijos evitando, porque nosotros no lo toleramos, dicha emoción. Por ejemplo, si nuestro hijo llora y nos da pena y en lugar de preguntarle que le sucede, le decimos que no llore que ya está bien. Haciendo esto de forma continuada juzgamos las emociones y no enseñamos a que sean elaboradas del modo correcto.
No obstante, el papel de la familia en el tratamiento de la autolesión juega un papel fundamental, no sólo para reparar esta validación e identificación emocional si no para clarificar y entender las motivaciones, objetivos, relaciones personales y vivencias del adolescente.
Como en todos los problemas relacionados con los adolescentes, no hay una receta mágica, si no un abordaje que tiene en cuenta entender qué es lo que sucede, la comprensión, y sobre todo el respeto.
María José Rebollo, psicóloga en Psikids