“No me va dar tiempo”, “es demasiado temario”, “no voy a ser capaz”, “voy a suspender”, “no sirvo para esto”, “no me va a entrar en la cabeza”, “me voy a volver a quedar en blanco…
¿Te resultan familiares estos pensamientos en ti o en tus hijos en época de exámenes?
Pues bien, esto es debido al miedo que les dan los exámenes, se sienten inseguros, los nervios y la angustia les acompañan…y, en definitiva, la ansiedad les ataca.
La ansiedad; ¿aliada o traicionera en los exámenes?
La ansiedad es útil para afrontar peligros reales y situaciones no cotidianas que implican un reto o un desafío. Provocan una activación que induce a reaccionar mejor y con más rapidez, es decir, es como si el organismo se acelerase haciéndoles más eficaces en determinados momentos que exigen que se comporten de una forma especial, como hablar en público, hacer un examen, pasar una entrevista de selección de personal o competir en una prueba deportiva. En conclusión, la ansiedad es adaptativa y forma parte de nosotros.
Sin embargo, si esta alidada les traiciona y la activación excede sus límites puede llevarles a bloqueos, a cambiar la atención de los libros a las uñas que comienzan a morderse insaciablemente, al insomnio, a los dolores de cabeza, al nudo que se agarra en el estómago, entre otros. Asimismo, se ven incapaces de concentrarse en una sola tarea por más de diez minutos porque automáticamente les sobresaltan todos esos pensamientos anticipatorios que hemos mencionado anteriormente junto con sentimientos de fracaso y de baja autoeficacia.
Mitos de la ansiedad en los exámenes
Existen una serie de mitos ligados a esta problemática tales como que únicamente lo sufren aquellas personas que suspenden sistemáticamente las asignaturas, pero no existe una relación directa entre la ansiedad ante los exámenes y el fracaso escolar.
La realidad es que esta ansiedad caracterizada por una elevada activación y reacciones emocionales negativas puede sorprenderles antes, durante y/o después de realizar un examen, teniendo como consecuencia una disminución del rendimiento y autoestima de la persona.
Si bien es cierto que las manifestaciones que se dan después de realizar un examen ya no pueden influir en los exámenes realizados, sí lo hacen para los siguientes. Por lo tanto, se puede decir que se entra en un círculo vicioso en el cual las manifestaciones de ansiedad se van agravando en frecuencia e intensidad, pudiendo no sólo desembocar en el abandono escolar, sino que puede llegar a desequilibrar el autoconcepto y salud mental, interfiriendo seriamente en la vida de la persona.
¿Qué pueden hacer los padres y los profesores?
Si no se diagnostican o se tratan dichos síntomas, con el tiempo pueden llevar a resultados negativos, desventajas y dificultades en el colegio.
En relación con estos problemas sistémicos y a largo plazo, los padres y los profesores pueden intervenir para reducir la ansiedad ante los exámenes en los niños pequeños de las siguientes maneras:
- Trasmitiéndoles mensajes positivos. La investigación demuestra que existen beneficios positivos cuando los padres fomentan el diálogo personal positivo, ofrecen técnicas de relajación y aseguran a los niños que la ansiedad es algo natural.
- Manteniendo una comunicación abierta. Los niños no siempre muestra ansiedad ante los exámenes de todas las materias, por lo que es importante mantener la comunicación con los profesores.
- Bajando el listón. Es importante que los padres entiendan y también transmitan a sus hijos que los exámenes son un indicador de su rendimiento en una materia específica y que ningún examen es un reflejo perfecto de lo que un estudiante sabe o es capaz de hacer.
- Enfatizando las técnicas de estudio. Los profesores también pueden ayudar a los alumnos a superar el estrés de los exámenes ofreciéndoles formas de desarrollar técnicas de preparación para los exámenes y repasos antes de las evaluaciones importantes.
Ana Tarancón, Psicóloga en Psikids.
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