¿CÓMO AYUDAR A NIÑOS Y FAMILIAS DE CONDICIÓN ADOPTIVA?

Las familias de condición adoptiva tienen unas peculiaridades determinadas, por esa razón,  quería dedicar este espacio a recoger algunas ideas que pueden ayudarles.

¿Qué significa adoptar? Más allá de la definición jurídica

Es una forma de formar una familia, y es una forma permanente. Los hijos tienen los mismos derechos que los hijos biológicos y es irrevocable.

Pero los niños y adolescentes de condición adoptiva tienen sus propias características: Pueden llegar  heridos y dolidos, con frecuencia han  vivido tiempos significativos de deprivación en diferentes niveles como necesidades físicas básicas, afectivas, de seguridad, necesidades sociales, relacionales,  y de estimulación cognitiva. Han vivido el abandono de sus padres y pueden haber vivido la separación de sus hermanos. En ocasiones han estado expuestos a situaciones de carencias, deprivación, negligencia, institucionalizaciones, maltrato…

Todos los niños adoptados son niños abandonados y separados de su contexto referencial.

Este abandono tiene consecuencias significativas en su estructura de personalidad, en la forma de apegarse (vincularse, relacionarse, explorar el contexto), en su autopercepción y autoestima, en su visión del mundo y de la vida, en su convivencia y aprendizaje.

Los niños dañados emocionalmente pueden presentar características desconcertantes para los padres adoptivos:

–          Reclaman atención en exceso.

–          Alternancia entre rabia e idealización hacia los padres.

–          Avances y regresiones en diferentes áreas.

–          Dificultad de manejar el tiempo (pasado, presente, futuro…)

–           Se rigen por el principio del placer /deseo de satisfacción inmediata.

–           Baja tolerancia a la frustración.

–           Desapego por las cosas.

–           Inadecuada percepción de sí mismos (riesgo, dolor, frío, calor,…)

–          No interiorizan fácilmente las normas (mentir, robar sin valor)

–           Intolerancia a la crítica, no admiten lo evidente y lo rebaten.

–          Miedo y temor a lo desconocido, a lo nuevo.

Son niños especialmente vulnerables ante las futuras pérdidas emocionales y decepciones de la vida, con una elevada sensibilidad ante el rechazo y el abandono. Viven con impotencia los hechos, circunstancias y detalles de la adopción. Siente un gran miedo a no ser amados, a la separación, al rechazo, a la soledad y a la no pertenencia.

La adopción les protege, pero requiere un proceso de re-apego

Los padres adoptivos se enfrentan a una importante y desconocida tarea. Llegan a este momento llenos de ilusión, normalmente tras una larga espera, en ocasiones condicionadas por la decepción y el duelo de no tener descendencia biológica.  Es un proceso desconcertante, muy irregular, con varias fases y tiempos en función de los diferentes contextos (familiar, escolar, relacional…), a lo largo del proceso pueden aparecer interpretaciones de las conductas del niño adoptado “es malo, no quiere hacerlo bien, no se parece a nosotros…” que resultan dolorosas e interfieren en el proceso.

Los padres adoptivos tienen que asumir el abandono, la historia y las secuelas del niño adoptado y abandonar las creencias tóxicas en torno a la adopción.

Tienen que asumir los cambios en la convivencia con un niño herido por abandono y modificar o establecer nuevos límites en torno a sus creencias, valores, principios educativos, etc. Tendrán que saber adecuar sus expectativas a la realidad del niño, tolerar y aceptar al niño tal cual es y con sus orígenes, asumiendo sus diferencias y ayudándole a gestionarlas.

Las familias adoptivas pueden necesitar de información específica, apoyo, guía, contención y refuerzo para llevar comprender y llevar a cabo este proceso.

¿Cómo ayudar a mi hijo adoptivo?

–          Ofreciéndole un ambiente estable, de seguridad y amor. Antes seguridad que amor.

–           Aceptándole incondicionalmente.

–          Tratando de reparar los daños habidos anteriormente  mediante aportes extras de ayuda, atención y cuidados.

–          Respetando su historia, por sus circunstancias y por sus orígenes, ayudándole a saber qué le ha sucedido y a tener una historia personal y familiar completa y coherente con sus identidades.

–          Ayudándole en la reconciliación con su historia y sus dos mundos.

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